La Bruja: Un terror distinto y crudo

 

 

Esta semana se estrenó en nuestro país una de las mejores películas de terror del año. En el festival de Sundance del 2015 recibió la estatuilla a la categoría de mejor director Robert Eggers. Su historia nos sumerge en 1630, en donde una familia de colonos ha dejado de vivir en una plantación de Nueva Inglaterra, y ahora existen por su cuenta rodeados de la inmensidad de los bosques. Luego de un tiempo, ya están establecidos, pero el bebé de la familia desaparece en extrañas circunstancias. La hija mayor Thomasin (Anya Taylor-Joy) es la principal sospechosa, pero las culpas no solamente se reparten entre sus padres y hermanos, sino que una serie de sucesos extraños involucran a un ser maligno, a una bruja.

La cinta retrata con crudeza la vida del siglo XVII; el arduo trabajo del campo y las extremas condiciones de vida, son mostrados con gran realismo. Uno de los puntos en los que más se hace hincapié en la realización es en la extrema religiosidad que presentan sus personajes. Dios, y el valor de la oración son unas de las cosas más importantes para la familia. Esto se pone en disyuntiva porque los personajes saben que las brujas son las servidoras del mismo satanás.

La película no posee una clase de terror que se pueda comparar con otros metrajes más contemporáneos, aquí no hay mayores sobresaltos, o momentos que generan el susto inmediato. Toda la ambientación genera una atmósfera turbia, la que invoca una constante sensación de angustia por los impactantes hechos que rodean a los protagonistas.

Esto se logra puesto que la fotografía de “La Bruja” es espectacular, y sus locaciones están muy bien elegidas. Lo anterior ayuda a generar la ambientación del crudo invierno, y la precaria vida que afecta a la familia. Las tomas realizadas al interior del bosque capturan tensión, angustia, y hasta miedo. Pero uno de los elementos que también hace especial a esta realización es su sonido. Unos tonos agudos que recuerdan al famoso trabajo de Hitchcock en “Psicosis”, retumban desde principio a fin.

La edición también logra que se genere una sensación constante de nerviosismo, puesto que cortes repentinos, y otras escenas en donde todo sucede muy rápido, le dan dinamismo a la cinta. Todos estos elementos en conjunto generan una experiencia única que logra otorgar muchas sorpresas en el género del terror.

Comenzando con su pequeño, pero poderoso elenco. No hay más de cinco personajes claves, y éstos llegan a unos grados de tensión dramática insospechados. Los roles de los padres severos y religiosos, y los de los hijos que deambulan entre obedecerlos o no, están muy bien marcados. Todo esto se cambia, para dar un giro muy interesante, cuando la amenaza de una fuerza sobrenatural se hace latente entre los miembros de la familia.

Vale decir que como la película refleja de la forma más realista posible las intervenciones de las brujas en el siglo XVII, hay que entender el contexto en el que todo sucede, el fuerte papel de la iglesia para las personas, y lo que las mismas hechiceras representan para la religión. Tal vez sin hacer ese raciocinio, el filme no sea para todos los gustos.

De hecho, la producción del metraje incluso se basó en documentaciones de le época para elaborar la trama y hasta diálogos, por lo que los desgarradores sucesos que muestra “La Bruja” se vuelve más verosímiles teniendo este dato presente.

Tal vez los más acostumbrados a un terror que impacta con sustos fáciles, que por una experiencia más profunda e inmersiva, como lo es “La Bruja”, encuentren al filme lento; pero vale decir que es una experiencia fascinante y cruda, que impacta más por sus desgarradores sucesos, y por la perfecta atmósfera turbia que tiene de principio a fin.

 

 

Por Esteban Brito