To The Bone

 

 

 

A comienzos de este año se comentaba sobre lo que sería el nuevo trabajo musical del excelente músico Steven Wilson, que con placas como The Raven that Refused To Sing (2013) y Hand. Cannot. Erase. (2015) nos brindó canciones llenas de melancolía, que se rodeaban con energías similares a las de su aclamado ex grupo, Porcupine Tree, proyecto en el cual él manejaba la corriente dentro del rock progresivo que proponían. Con el paso de los meses se pudo tener un vistazo a la gama de géneros que abordaría el nuevo disco, a lo que para el disgusto de muchos, el pop sería primordial en la visión del músico.

Sabiendo que en muchas entrevistas él ha aclarado que su postura frente al pop es una de amor y respeto a la esencia clásica de este, destacando la producción de álbumes con riqueza creativa de íconos como Prince con Sign O´Times (1987) o Hounds Of Love de Kate Bush (1985) los cuales son referentes de la ambición musical que se exhibía en esa década, Wilson ha venido a dejar claro que su sonido no se quedará en el pasado, y seguirá en constante evolución para indagar en diferentes estados de composición.

To The Bone está en nuestras plataformas, y con resultados diferentes tanto como sorprendentes vengo a darles mi opinión de lo que significa este nuevo paso para el británico.

El tema homónimo comienza con un ambiente ochentero acompañado del teclado y una frase hablada de la profesora norteamericana Jasmine Walkes señalando que cada vez que le damos sentido a nuestro mundo, todos tratamos de joder al otro por no coincidir con el pensamiento de uno, encajando perfectamente con las declaraciones pasadas de Wilson en respuesta a los seguidores que lo han criticado duramente por su nuevo camino musical, y eso también aludiendo a la actual intolerancia que está presente en nuestros medios y causas sociales, en donde unos y otros solo discuten por quién tiene más razón que el otro.

 

 

La canción logra una mezcla variada entre el funk de las baterías, con algunos power chords y punteos de la guitarra que se mueven con la voz de Steven en los primeros versos, en donde influencias pink floydianas y de Tears For Fears logran un ambiente movido, nostálgico y en lo que la suma de instrumentos enriquecen el track. Los coristas Dave Kilminster y Ninet Tayeb le dan más color a las modalidades vocales, y el solo incrementa el aura que se va ingresando con fuerza.

Nowhere Now consta con el trabajo de cuerdas (bajo y guitarra) y teclado de Steven Wilson en estudio, en un tema mucho más cercano al sonido de Porcupine Tree por detalles como los acordes, los coros y en ciertas ocasiones el uso del slide en la guitarra, el piano de Adam Holzman siempre marcando y dando inicio al quiebre instrumental que transmite belleza y emoción de manera sublime, con un remate de batería genial de Jeremy Stacey.

Ambientes guiños a ABBA, una guitarra acústica que expresa tristeza en vías de felicidad, y la voz potente e indeleble de la cantante israelí Ninat Tayeb es lo que destaca en Pariah, que como en el tema anterior y en otros discos, ha sido participe de las partes corales del músico, y en este track llega a sacarte una lagrima solo con la estrofa que enuncia. El contraste entre la derrotada modalidad de Steven y el esperanzador grito de desahogo de Tayeb logran mezclar estas dos sensaciones que se complementan en sus polos opuestos. Debe ser el tema más hermoso del disco, destacando por ese explosivo desenlace con efectos de rock industrial y otras cosas más.

The Same Asylum As Before muestra una manifestación más progresiva, con partes más rápidas e intensas, con breaks pesados complementados de los efectos, y distorsiones que logran interpretar de manera sonora el asilo que menciona el título. Un solo muy influenciado en lado jazzero y psicodélico de David Gilmour, con los teclados de fondo fomentando a un emotivo coro. Permanating fue el primero de los singles al ser lanzado, el cual ocasionó que mucho de los fanáticos se cuestionaran si seguir creyendo en la visión de este disco, siendo un tema feliz que te hace bailar como si estuvieras con bola de disco en la habitación, y jugando con los pasos de manera inconsciente al son del piano y la marcada percusión, que dentro del contexto del disco calza perfectamente. People Who Eat Darkness se asocia a un rock más clásico y digerible, con riffs simples pero efectivos, con mucha más influencia de trabajos anteriores, con un break mucho más complejo en compases y con los toques sello de Porcupine Tree. Debe ser la canción más pesada en ese sentido.

El disco de manera general, es una muestra de que cuando puedes hacer un pop con sus fines de origen, puedes lograr un trabajo ambicioso y bien logrado, y quién iba a dudar de que Steven Wilson fuera a defraudar con esta nueva propuesta. Si, es pop, pero es tan progresivo en detalles que lo hace un álbum que merece ser escuchado por al menos 2 veces, y después salir contagiado con la aura que muestra. No es melancólica, es reflexiva pero con miras positivas ¿Por qué eso debería ser malo?

 

Pablo Rebolledo Bañados