Las penas derramadas que Mitski presentó en su quinto disco “Be The Cowboy” (2018) logró encontrar una fórmula en cómo crear canciones con una carga emocional potente, mezcladas de una creatividad musical que goza de modernidad y orgánica, encantando a sus seguidores y así atrayendo a nuevos oyentes a su obra. Con piezas bailables y bastante poperas, las letras y sonidos de esta artista mantuvieron muy atentos a los expertos de la música frente que paso daría ahora con tantos discos novedosos del pop apareciendo constantemente.
“Laurel Hell” es el nuevo trabajo de Mitski, el cual introduce otra faceta y alter ego a sus ya afamadas portadas que demuestran el glamour artístico que complemente su música alternativa. Solamente que esta vez busca encontrarse con sonidos futuristas y actuales tratando de encajar en las propuestas de artistas como The Weeknd o Dua Lipa en sus propios códigos artísticos.
“Valentine, Texas” se muestra fúnebre al inicio, con la voz de Mitski sonando profunda y arrepentida al mismo tiempo, rasgo que después va siendo interceptado por una subida que se percibe agridulce con la voz abriéndose de a poco a sus emociones. “Working for the Knife” se percibe más mecánica en su ejecución, como una interpretación instrumental más ligada al industrial, pero con una leve pisca de ambientes oníricos que exploran posibilidades en su transcurso bajo el minimalismo.
“Stay Soft” entra de lleno con un bajo de disco preparando los pasos de baile, mientras la voz de Mitski está más abierta y paseándose con más seguridad, mientras los teclados crean esa sensación retro futurista que engloba sonoridades pop ochenteras. “Everyone” sigue extendiendo esta vibra con mayor enfoque en las letras y una instrumental que está para darle protagonismo a la voz, priorizando los poquitos elementos para darle profundidad a la interpretación vocal.
Creando la sensación de que esta es una canción larga distribuida en distintos tracks, “Heat Lightning” sigue desarrollando la idea ahora con más enfoque en los pianos y en detalles de producción que crean una sensación de lo-fi y que obtiene una vibra tranquilizante con lo poquito que tiene. Como una inyección de energía instrumental, “The Only Heartbreaker” pudo haber sido lanzada perfectamente durante la década de los ochentas, y ser un hit artístico y atractivo, pues tiene todas las características que la convierten en una canción bailable y triste al mismo tiempo.
“Love Me More” aprovecha su dramatismo para deslumbrar con sintetizadores bailables y una puesta sonora que convierte todo en un viaje musical que aprovecha su brillo para soltar el desamor con mayor ritmo. “There´s Nothing Left For You” vuelve a los inicios de la cantante, esos sufridos y que tienen esa aura que te abraza dando calma frente a un amor fallido, un descubrimiento donde sabes que no todo ocurre como alguien espera.
“Should´ve Been Me” sigue este arrepentimiento, pero con una instrumental que recuerda mucho a “Maneater” de Hall & Oates con su bajo rítmico y la guitarra funkeada que le da ese toque elegante. Una canción digerible y que puede gustar a cualquiera, gozando de solos de teclado bellos en su final.
“I Guess” se sumerge en una burbujeante sensación de tristeza, creando una atmosfera indeleble con su entorno, y en como el disco avanza con su concepto y sonoridad. Se percibe como una despedida para un tema más energizante como “That´s Our Lamp”, que finaliza este trabajo como si fuese un baile final en la pista al final de la noche.
Mitski trae su trabajo más digerible y breve hasta ahora, con canciones que no sobrepasan los 2 minutos en la mayoría, y probando a la segura con influencias ochenteras que permiten expandir el universo musical con el cual la artista ha trabajado en su carrera. Hay detalles pequeños que están presentes, pero que funcionan como una cohesión de las herramientas musicales que se utilizaron para darles más cabida a una escucha fluida que detenida.
“Laurel Hell” es un buen disco para pasar el rato, no es el mejor trabajo de Mitski pero es uno que se deja fluir y llevar de momentos distraídos pero concisos con lo que quiere contar en sus letras y en cómo aplicar ciertas variantes que el pop actual está probando en su propia ley.
Por Pablo Rebolledo Bañados.