“Científico loco se vuelve una especie de monstruo. 4 brazos mecánicos soldados a su cuerpo” es lo que grita el carismático y exigente editor del Daily Bugle J. Jonah Jameson (J.K. Simmons) cuando le pregunta a su mano derecha Hoffman sobre un nombre para este nuevo villano en “Spiderman 2” (2004). “Dr. Octopus” le dice enérgicamente, a lo que Jonah le responde contundentemente que suena a basura, a lo que a la opción de otro sobrenombre le replica “¿Dr. Strange”? él levemente convencido dice que suena mejor, pero que ya está. Al segundo después vuelven a la idea de Dr. Octopus, y ahí mismo la primera referencia cinematográfica con la que Sam Raimi (director) anunció su interés por el hechicero supremo.
Después de la avalancha nostálgica de fan service otorgada por Spideman: No Way Home (2021) y el multiverso expandiéndose, pues era momento de que se diese una de las películas y arcos más complejos. Desde el anuncio del primer trailer de “Dr. Strange en el Multiverso de la Locura” como el segundo post-crédito de la aclamada película protagonizando a los tres arácnidos más famosos del cine (Macguire, Garfield y Holland), pues el hype nuevamente comenzó a incrementarse hasta niveles inimaginables.
Las mil y unas filtraciones que adelantaron el regreso del legendario Patrick Stewart como Profesor X- con el look de la serie noventera que pronto Disney+ retomará en X-Men 97- fomentaron la imaginación y claramente los posibles cameos de esta cinta. Desde el “Superior” Iron Man que iba ser llevado a vida por Tom Cruise y su pasado tratando de castearse como Tony Stark hasta incluso la vuelta de Hugh Jackman como Wolverine, más y más se acumulaba.
Para la desgracia de los seguidores más exigentes de este Universo Cinematográfico de Marvel, pues casi nada de lo que se mencionó o rumoreó durante meses se cumplió, pero a cambio, recibimos la vuelta del director Sam Raimi a una franquicia de superhéroes, deleitando con todo lo que su sello cinematográfico nos entrega: “un terror visual e imaginario del cual sumergirse”.
El ritmo de esta nueva aventura que involucra a Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) después de los hechos ocurridos en su última encrucijada con Peter Parker (Tom Holland) ahora enfrentándose al peligro andante de Scarlet Witch (Elizabeth Olsen) convierten inmediatamente esta experiencia en una que rememora la memoria slasher de clásicos del terror ochentero. Todo anuncia un caos inminente que se vuelve retorcido y tétrico, creando una ambientación en donde las ideas más locas pueden ser posibles, esto debido a la aparición del nuevo personaje de América Chavez (Xochitl Goméz), una niña que tiene el poder de viajar en el multiverso sin querer.
Bajo esa premisa, nuevos universos comienzan a presentarse, problemáticas que hablan muy livianamente y con fluidez al respecto del mundo de los sueños, los desdoblamientos, viajes astrales, simbologías sagradas y multiverso en muy poco tiempo. Es posible que en ese montón de revelaciones y escenas psicodélicas se puedan perder detalles por lo rápida redacción visual de sus componentes, permitiendo que Raimi como director pueda darles a sus icónicas transiciones una mayor profundidad. Una edición y suspenso ahogante que se complementa perfectamente con la bohemia y exótica banda sonora que el maestro Danny Elfman compuso para los momentos con mayor inmersión.
Se nota mucho el enfoque valórico y transcendental que Sam quiso poner en su visión de Dr. Strange, donde las frases sobre la superación o la redención están muy presentes en su enfoque de guion. Lo más posible es que algunos fanáticos/as/es estuvieron muy decepcionados por no ver una bomba de referencias o apariciones, otros/as/es estaban apreciando esta película por su desarrollo, por los jump scares que contiene y por estar en una historia donde nada parece lo que es, y todo lo que se plantea puede ser destruido en cuestión de segundos. Todo, sin perder el efecto emocional y fantástico de su problemática.
Como una película por si sola, que se entiende como la secuela directa de uno de los filmes más aclamados por sus visuales, la apuesta que Marvel Studios tomó acá abraza firmemente la creación de desenlaces oscuros, violentos y perturbadores, donde entre medio de toda corrupción moral, puede haber un mensaje con el cual respirar para crear contraste. En ese sentido, la actuación de Elizabeth Olsen llega a convertirla en una de las villanas más poderosas de esta Fase 4 del UCM, y con eso darnos momentos donde la línea entre la pena y el odio es delgada, al borde del impulso y el colapso.
Benedict Cumberbatch nos entrega una versión mucho más aterrizada de Dr. Strange, donde él sabe que a pesar de ser uno de los personajes más inteligentes e importantes, teniendo logros importantes como haber salvado al planeta en la épica conclusión que fue “Endgame” (2019), pues cosas tan subjetivas como el amor lo persiguen día y noche. Vemos al hechicero más introspectivo, dándose cuenta que las relaciones que puede crear lo pueden ayudar a tomar resoluciones correctas a su juicio, y diferenciarse de sus demás variantes.
América Chavez llega a darle nuevamente una responsabilidad al mago, y es que la química multiversal que llega a plantearse permite ver la preocupación del protagonista en su lado más humano, y así tomar decisiones fuera de la norma, pero que al final priorizan un bien común. Básicamente el riesgo para él es necesario para solucionar algo, y en esta historia todo toma más sentido en base a como los desenlaces van ocurriendo.
En resumen, esta película priorizó un ritmo apresurado que le hiciese justicia a todo lo que el multiverso puede proponer, no deja de quedar un sabor agridulce respecto a las muchas oportunidades que pudieron aprovecharse para darle más sazón a esta historia. Pero aun así se obtiene una película que tiene muchos méritos y atributos que la convierten en una experiencia inmersiva, donde Raimi se siente totalmente cómodo con incomodarte, asustarte y romper todo lo establecido con su tono.
Y si bien el contenido relacionado a los demás comics estuvo bien, lo realmente destacable es el nivel de referencias al cine de terror psicológico que adoptó, y el nivel de suspenso eterno que creó al mostrarnos una persecución asesina de parte de Wanda, quién solamente quiere apoderarse de los universos para su propia comodidad.
¿Somos felices o cobardes ante la expectativa? La verdad es que de vez en cuando dejar flotar la imaginación es algo curativo y hasta muy divertido, pero termina cayendo ante lo real y ficticio de lo que una producción puede lograr. Entonces, realmente podemos convertirnos en nuestros propios enemigos al idealizar tanto y con eso decepcionarte porque el pensamiento o idea que planteaste estuvo ahí donde siempre: en tu cabeza.
Por Pablo Rebolledo Bañados