En los primeros segundos del capitulo 13 de la sexta temporada (último de la serie) de Better Call Saul comienzan con Jimmy McGill caminando con dos bolsas llenas de billetes, mientras Mike- experto y saturado por la personalidad de Jimmy- le dice que se calme frente a la poza de agua que se les acerca. McGill bebe desesperado, Mike ve un momento para descansar, hecho que se da, donde Jimmy- como un momento de lapsus- le pregunta al secuaz de Gustavo Fring a donde iría si tuviese una máquina del tiempo. He ahí el inicio del real fin.
Expresamente dicho apenas se estrenó el último episodio de la historia y universo por así decir de Breaking Bad, Bob Odenkirk grabó un extenso video describiendo la pena y alegría que sintió al saber que su personaje, Saul Goodman, ya había terminado de contar su historia. Su saludo, se sintió como algo muy real, como que si de verdad recién al momento de ver los cameos de personajes icónicos en el transcurso de la serie- y el claro paso del tiempo- sabíamos que esto era una mera ilusión o sencillamente un regalo para poder apreciar.
El componente más tangible de esta serie creada por Vince Gilligan, es que nada está ahí porque si, y extrañamente nosotres les espectadores podíamos deducir o plantear cuales podían ser las acciones que los protagonistas de este mundo ejecutarían, para sellar la perdición o redención de sus actos. Walter White se va fugazmente por las balas, la muerte era su real co-conductora y eso no era novedad desde un punto de vista objetivo de la narrativa, Jesse Pinkman logra alcanzar una paz al poder escaparse hasta Alaska, y estar en las nieves sin ningún plan más que ejecutar, otra víctima que desaparecer o matar, o seguir órdenes. Pues así mismo, Saul muere- no de la forma literal- pero lo que queda es el planteamiento de como en esta serie vimos el monologo exteriorizado de las tres personalidades con las que el abogado más infame de Alburquerque creó su camino a base de ambición y egoísmo.
Por alguna razón muy rara, se siente un vacío después de que este final nos entregase una clara aproximación de que lo que ocurriría, pero teniendo una dirección de arte y cinematografía brillantes, y un guion impecable, fue el cierre merecidísimo que el personaje de Saul Goodman con Kim Wexler debía tener. Sin dudas una de las parejas de serie más icónica de esta década, ambas con actuaciones soberbias de Bob Odenkirk y Rhea Seehorn, es impensable como esta relación nos fue abriendo en la humanidad y debilidades de Jimmy, al plantearnos escenarios que en la cotidianidad son densos y desmotivadores, ese sentimiento perdedor del cual Jimmy nos hace empatizar con él al principio de la serie pega más fuerte que de costumbre.
Es ese desarrollo de como él va encontrando un talento en estafar y hacer creíble sus comerciales de TV con la ayuda de (Personalmente, de los mejores personajes de las primeras temporadas) los estudiantes universitarios de cine, que al igual que Kim más adelante, estarían siempre con él para lo que fuese. En el fondo su causa es poco ética y solamente buscaba sacarle efectivo a lo que fuese con su carisma encantador, porque así demostraba poder y prestigio, cosa que su hermano Chuck y Howard Hamlin siempre tuvieron por merito propio y esfuerzo. Lo que al principio era un odio que empatizaba con Jimmy respecto a lo duro que estos dos personajes “antagonistas” eran con su desempeño como abogado, a la larga les terminó dando razón, y es pesado saber que en el fondo sabes que, al llegar a ser el mismísimo Saul Goodman, nada fue hecho de manera correcta. El desenlace, la perdida y el punto de no retorno.
Apreciar de lleno como todo lo que hizo posible Breaking Bad, desde su dirección de arte, sus montajes sublimes llenos de detalles y perspectivas innovadoras y personajes mínimos (detalles como abogados que aparecían en la serie o hasta un extra que repitió su rol en la misma línea de tiempo) solamente hacían que la admiración y calidad por esta serie creciesen-. Vince Gilligan y Peter Gould sabían desde siempre como iba a tornarse este rompecabezas que hace un tiempo reveló el camino final de Jesse Pinkman en la serie, después de la masacre que presenció y que terminó matando a Walter White. Sencillamente, dentro de todo lo que pudo haberse planificado, sea predecible o no, es que nuestro abogado televisivo iría tras las rejas.
Y para contar esta historia, no podía faltar nada o nadie del elenco anterior, suena exagerado, pero es que la pluma y dirección de Gilligan con Gould crearon la confianza y el respeto por la cual esta idea de precuela- detalle que fue cuestionada en su inicio- terminó siendo una clase de lenguaje visual, guion penetrante y de momentos excelentemente ejecutados. Nada queda, todo concluye, vemos de la nada la necesidad de echar la mirada hacia atrás y decir “waaa, Better Call Saul tiene algo”, eso de decir tranquilamente “esto está bien hecho” y quiere alimentar la narrativa.
Ese mismo efecto es la maquina del tiempo, esta serie en totalidad fue eso incluso. Teníamos datos del futuro en nuestras cabezas con las cuales nosotros como espectadores teníamos información privilegiada para tratar de acertar a lo que ocurriría en el camino de Jimmy. De alguna manera, la serie nos recalcó eso en su último episodio, dejando en claro que el cariño y el deseo de contar una historia que muestra la fragilidad de nuestros valores frente a la adversidad o la ambición, y de como los escenarios o realidades simplemente caen en una sola conclusión, la redención es el único lugar donde decir basta, porque en el fondo lo que vemos de principio a fin son los errores garrafales y muertes injustas, que solamente nos lleva hacia la inevitable salida.
Así nos trató por 6 temporadas excelentes, y así nos despidió.
Por Pablo Rebolledo Bañados.