The Brian Jonestown Massacre es una de las bandas icónicas en la escena neo-psicodélica, manteniéndose activos desde comienzos de los noventa hasta la actualidad, publicando una variedad de discos, uno tras otro, con un sinfín de referencias. En su colección, recientemente, sumaron “Fire Doesn’t Grow On Trees”, una flamante entrega, publicada a través del sello de su líder, Anton Newcombe. Esta es la continuación del homónimo “The Brian Jonestown Massacre”, obra que se puede imponer como uno de los álbumes que se destacan en su trayectoria.
En este disco se presentan músicos como Ricky Maymi (guitarras), Ryan Carlson Van Kriedt (teclados), Hakon Adalsteinsson (guitarra), Hallberg Daði Hallbergsson (bajo), Uri Rennert (batería) y Sara Neidorf (batería).
Esa marcha inicia con el single, ‘The Real’, sirve para abrir fuego y llamar la atención. Es una pieza que tiene las clásicas bases de la banda, además de algo equivalente a ‘Mr. Tambourine Man’ de The Byrds, una de sus grandes influencias. El segundo tema, ‘Ineffable Mindfuck’ es un garage rock, muy setentero, similar a “Methodrone”, un álbum de sus inicios.
‘It’s About Being Really Free’, ‘Silenced’ y ‘You Think I’m Joking?’ recuerdan a algunos temas “Loaded” de The Velvet Underground, otra clara influencia, se presentan guitarras limpias, las clásicas distorsiones, el mítico pandero y efectos que ya son parte de la esencia que presenta la banda.
Los músicos retornan al tradicional sonido folk y psicodelia con canciones como ‘What’s In a Name’, ‘Before and Afterland’ y ‘Wait a Minute (230 to be exact)’, siempre siguiendo el estilo de la agrupación, con ciertas melodías suaves, que nos remontan a la época histórica del hipismo, con el paz y amor.
“#1 LUCKY KITTY” es también otro clásico que nos recuerda a ciertas épocas de ellos, por el sonido habitual. El tema que cierra, ‘Don’t let me get in your way’, una pieza un poco diferente a lo escuchado anteriormente, donde se guían a una melodía más rápida, experimental y melódica, con cierta parte instrumental que logra destacar.
Su producción, por así decirlo, es una segunda parte del homónimo del año 2019, continúan con las mismas características sonoras, estéticas y estructuras, siempre nos recuerdan a su trabajo discográfico, creando una especie de repaso por la cantidad de obras.
“Fire Doesn’t Grow On Trees” no es un obra diferente o novedosa, tiene algunos puntos que destacan o cambian, pero no resalta en la discografía. Aunque, a los fanáticos o conocedores del rock setentero les gustará.
Por Fernanda Schell