Hellfire

Este 2022 no ha tenido descanso para la mayoría de artistes y bandas que sellaron un 2021 solido con discos importantes y llenos de ambición artística en todas sus aristas, donde black midi logró dejar sin aliento a les oyentes experimentales con una encrucijada épica como lo fue “Cavalcade”, trabajo musical que logró meterse en las listas de lo mejor del año.

El tercer disco de la aclamada banda de rock experimental viene a someternos en una distopia musical que abraza el apocalipsis en sus etapas más insanas de locura instrumental, como también de un ansioso ritmo que desquicia con el tacto de un desastre sin retorno. “Hellfire” es la representación surrealista y caótica, no es tan difícil inferir que es la secuela directa de una guerra sonora que fue narrándose en su capítulo anterior, percibiéndose como las consecuencias de las decisiones humanas, esto debido a su historia bélica, y como ahora incluso los fusiles subieron de escalón en su tecnología. Es así que, como una ametralladora con más capacidad y municiones, ataca con más tiempo en su descontrol, dando espacio a composiciones limpias y melódicas cuando hay que recargar.

En sus primeros 4 tracks, todo parece conectado por un grito desolado             que atraviesa etapas, planos, y va golpeándose con todos los obstáculos. El tema homónimo abre creando un tipo de opening o intro que- en todas sus señales y energías- comienza alertar a la población de algún tipo de ataque o inminente final, pero que no sería lento, sino que ahogador. Los pianos anuncian la llegada de algo desconocido, los instrumentos se convierten en las voces de miles de personas corriendo por sus vidas, y a lo que parece ser el legendario presentador de box, Michael Bufffer, anuncia lo que será el espectáculo: una desafiante carrera hacia la muerte.

“Sugar/Tzu” comienza a adoptar matices de un post rock frenético los instrumentos van sonando y agregando recursos, acumulándose entre vientos desesperantes, pero con secciones sacadas de un oasis temporal, que nos muestra en una isla lejana o en un algún lugar de poca confianza, porque esa armonía comienza a descalibrarse. El trabajo de la batería y los saxofones pone los pelos de punta, la mente solo procesa, los ojos del oyente flotan, y después explotan en una salida acelerada.

“Eat Men Eat” es como la bienvenida a la realidad que se aproxima, no por algo el título quiere describir que la humanidad quiere masacrarse y no buscar maneras pacificas de resolver sus conflictos. El narrador cambia, sigiloso busca tranquilizarte sobre lo inminente, mientras percusiones latinas y jazzeras te van advirtiendo de un escenario complejo, porque sin previo aviso, la música comienza a encontrarse con una espiritualidad barroca que levita para botarte al suelo nuevamente. Toda la atmosfera de loquero cada vez más tenebrosa y cruda, con efectos y filtros que permiten imaginarse la transformación demoniaca que este eje está teniendo, con saxofones que simulan los gritos de las almas desamparadas.

“Welcome to Hell” entra coqueteando con un riff de guitarra con una onda muy peligrosa, tiene algo de desquite en la ejecución, porque de ser simples acordes, esa uña está pegándole con toda la fuerza que tiene. Eso la vuelve mucho más suelta y directa, la instrumental logra darnos una canción llevada de un ritmo más gustativo. Además tiene estos tintes de ser una comedia cruel y negra, todo parece ser una parodia que busca trollear a sus oyentes, enfermando y entrando en un limbo que baja sus tonalidades para mostrar el infierno en su máximo esplendor. 

“Still” logra marcar un cambio sustancial en la estructura y sensaciones de las canciones por venir, donde el grupo se luce creando una sección psicodélica y espacial que logra expandir su belleza a través de detalles cinematográficos y con ambientaciones totalmente volátiles. Juega a la fantasía incluso, algo de angelical tiene, lo mínimo para después quebrar la tranquilidad con el comercial de “Halftime”, queriendo decir que ahora se viene lo más duro.

“The Race is About to Begin” es una pieza épica de 7:15 minutos que goza de una locura digna del Looney Tune más irreverente, pues tiene mucha similitud a que fuese una caricatura de como poder escapar del infierno. Tiene algo de esa velocidad de Meteoro, incluso recuerda a viejas cartoons de la época de Hannah Barbera, pero en el fondo, es la manera en como logran relatar una carrera con una elocuencia y teatralidad inigualable. Es casi como escuchar una final de Champions, el comentarista no para de mencionar hasta la ínfima presencia de polvo que se aparece durante el encuentro, simplemente dice lo que ve y lo intensifica.

“Dangerous Liaiasons” es desértica y con vibra de ciencia ficción, una combinación de lo solitario y exótico con el propulsor suave de las baterías que nos hace flotar con el piano en una nube rica de sensaciones y gozadora de una sutileza deslumbrante. Pero después se desarma como tal juez gritando mientras pega fuertemente su puesto con el mazo, es como si el camino hacia el inframundo tuvieses reglas también, todo parece una discusión eterna mientras se está cayendo en un precipicio con mucha porfía. 

“The Defence” parece mostrar la bandera blanca después de observar la atrocidad enorme que dejo tantas muertes y guerra, pues la voz de su protagonista se ve alejado de cualquier tipo de presencia. Pero en el fondo, sabe que más allá de una victoria de pocos, la sensación de que este fatal desenlace haya terminado. Las guitarras recorren un camino hacia una paz, se percibe el comienzo de un nuevo ciclo, pero con las consecuencias más presentes que nunca.

Después de la paz mental, no existe vuelta atrás, porque la más grande de las pruebas aparece, el cual es el cuestionamiento al respecto de que resolvió tanto destrozo y sacrificio. “27 Questions” parece estar incompleta en su título, como que nada realmente cerrará su ciclo, es simplemente un bucle constante de enojo, pena y caer de nuevo con la misma piedra, y es así que black midi cierra otro capitulo en su sólida discografía.

Comparando detalles de su anterior disco, black midi quiso buscar una manera de mostrar lo planteado en “Cavalcade”, priorizando un ritmo más errático, y parece que en esa encrucijada encuentran pros y contras. La primera mitad del disco simplemente tira todo para hacer al auditor transpirar y explotar respecto al montón de ideas que van siendo tocadas, pero la segunda tiende a encontrar pinceladas de sus secciones melódicas y más trabajadas, interceptando con sus partes estruendosas de jazz y avant garde. De alguna manera es la misma estructura del disco anterior, pero con más énfasis en el desequilibrio, podría ser hora para que la agrupación pudiese lanzar material de ese estilo completamente (orquesta, voces dulces y esas guitarras andantes), y deleitarnos con otro tipo de ambientes.

En ritmo al menos es más eficaz, incluso son solo dos temas los que toman más de 5 minutos, y en el resumido paso de como tocar todo lo posible en 3 minutos- o menos- para recrear la sensación de desintegración permite que el disco no pierda de vista su punto. En narrativa está mucho mejor ejecutado.

Ahora ¿qué tantos temas te quedan en la cabeza? Esta obra parece ser una que quiere ser escuchada completamente, porque después de hartas escuchas, se percibe como un camino entero más que un track x track. “Welcome to Hell” tal vez es lo más parecido a un tema que podría gustarle a más de alguna persona por su riff travieso, pero queda solamente ahí para ser explicado en su reproducción, pero no en su posterioridad como algo que escucharías seguido.

Black midi no defrauda, y sabe reinventar lo justo y preciso para expandir su sonoridad con mayor énfasis en la narración sonora, y de a poco puliendo detalles que permiten que las recreaciones de momentos surrealistas se acoplen con esa actitud punk ruidosa con la que ya han acostumbrado a sus oyentes a ser parte. En producción tiene más detalles y sutilezas, pero de a poco se puede descrifrar ya cual es la formula de la banda, y podría ser que el próximo paso sea explorar algo con lo cual no caer en el maldito autoplagio, que a tantos proyectos ha matado.

Pero, en fin, bienvenides al infierno, suena algo así. Y no podría estar más de acuerdo de que si la vida es así de irónica, siendo un stand up de esos pesados que no te dejan tranquilo/a/e, black midi sería fácilmente su banda sonora.

Por Pablo Rebolledo Bañados