Tiembla el capitalismo
Lun 08 junio, 2020 - Diego MontanariQue semana más rara y asertiva fue la del 31 de mayo de este loco 2020, cuando EE. UU comenzó lo que ha sido su estallido social contra el racismo causado por años de institución frente a la muerte del afroamericano George Floyd, pues todo el mundo y sus roles comenzaron a dar vueltas. Y para agregarle más sazón a un problema global como lo ha sido este sistema neoliberal que no soporta más en estos tiempos de alta desigualdad salarial y social, Anonymous vuelve después de una pausa de 3 años para filtrar información más reveladora sobre la red de pedofilia que involucra al personaje que será puesto en cuestión en esta serie: El Asquerosamente Rico Jeffrey Epstein.
Si eres de los cibernautas que ha disfrutado desde un inicio del internet más denso y oscuro, lo más posible es que ya estés al tanto de quién es este multibillonario que logró zafar con la justicia y comprarse a la contra que viniese solamente por su poder e influencia. Con eso, toda esta red asquerosa de pedofilia y tráfico de mujeres menores de edad, con la cual él siempre ganaba por sus amenazas y chantajes. El eje diferenciador acá ahora, es que el foco de esta mini-serie (una de las más vistas de Netflix ahora) por fin le dará voz a las personas que siempre necesitaron su espacio para desahogarse y salir adelante con todo este daño causado: las víctimas.
Cuando al principio del documental te informan que cada descripción sobre abuso de menores será gráfica hasta más poder, sabemos que estaremos al tanto de algo que romperá con nuestra manera de ver al mundo y a quienes lo gobiernan de alguna manera. Cada testimonio cuenta con hechos que suenan irreales de lo pervertido que son, y es una parte muy dura que la serie va otorgando de manera cronológica, pero que de manera exponencial nos resume que de alguna manera estos “villanos” – palabra que usaron unos manifestantes en las afueras del juicio de Epstein en apoyo de las víctimas- no podrán estar toda la vida tratando de quebrantar y ensuciar el mundo con redes como esta. Es crudo, pero nos da esa esperanza de que movimientos como el #MeToo con el apoyo de medios y personas con vivencias de abuso sexual pueden crear un cambio significativo.
De otro lado, el misterio no deja de ser una arista muy curiosa de esta investigación, Jeffrey con todas las riquezas, terrenos y tráfico que efectuaba con poderosos de la talla del actual presidente de los EE. UU, Donald Trump, y el expresidente Bill Clinton, pues aún no queda a la exposición de donde generaba tantos contactos y dinero para hacer este ciclo de opresión efectivo. Los hechos más claros, y con infinitas pruebas de registro para el juicio muestran el como “engatusaba” a menores para ganar dinero aplicando estos masajes que terminaban en el acoso sexual. Desde su esposa, Ghislaine Maxwell, quien movía los hilos para que estas acciones ilegales no tuviesen trancos y elegía a estas niñas para sus fines malévolos. En ese sentido, en el proceso de los capítulos, se deja muy listo el procedimiento que se le aplicó en la corte al mismo, pues las entrevistas y metrajes de lo ocurridos están ahí para la vista de todos. Tiene un análisis completo y muy útil para entender la psicología del multi billonario.
Nadie queda limpio de reputación acá, el Príncipe Andrés tiene el caso más explícito y notorio, en donde la victima Virginia Giuffre expone las desagradables prácticas a la cual ella estuvo obligada a satisfacer para esta autoridad polémica de la realeza inglesa, con una foto que evidencia lo sucedido, mientras él mismo en una entrevista lo niega y dice “haberse olvidado”. Y Maxwell con Harvey Wenstein (este declarado culpable de abuso sexual y violación en febrero de este año) son exhibidos como los cínicos que eran, al negar cada una de las graves acusaciones por las que fueron enjuiciados. Es la sección del recorrido la cual más impotencia crea.
La rabia, el término es utilizado muchas veces en los relatos, de cómo esta persona con tal historial seguía haciendo de las suyas sin retractarse y burlándose de sus acciones como si algo normal fuese en su día a día. ¿Cómo resumimos esto? Pues tener al acusado en una prisión de alta seguridad con la mayor vigilancia del país, y que de la nada aparezca muerto por un dudoso suicidio días antes de estar en el juzgado siendo enfrentado a las miles de caras que él destruyó desde el principio. Esto demuestra que de alguna manera todos los involucrados tendrán que caer por su propio peso, y tener la sentencia que merecen. Pero que, en el fondo, ese nudo nunca podrá ser sacado por esta ocurrencia que estiman conveniente.
“Asquerosamente Rico” es el recordatorio de como la manipulación, el dinero y el abuso de poder son cosas que van de la mano con los problemas más graves de nuestra humanidad. Pero también es el claro ejemplo de que la justicia, a pesar de sus trabas injustas y medidas constitucionales convenientes, puede llegar tarde o temprano, y que no es fácil escapar para siempre de este mundo que hoy más que nunca, tiene al internet y las redes sociales para evidenciar con mayor masividad que esto ocurre desde años, y tiene que parar. Ahora, la justicia tiene que dejar de ser un medio influyente en la toma de decisiones, y esta pone en boga el cómo se ejecuta en EE.UU.
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