Dirigida por Todd Phillips
Lun 07 octubre, 2019 - Diego Montanari
Decir tres veces conchatumadre no sacará esa sensación de culpabilidad y sentimientos encontrados frente a lo que una película que se promocionó como el origen de uno de los villanos más famosos de los comics. Joker, ese fue el título de trampa para una pieza cinematográfica que fue carnada para los medios amarillistas, y por progresistas que de por medio, trataron de sabotear bajo sus obsesiones y correcciones políticas sin remedio.
Y la verdad, los galardones y miles de alabanzas de expertos del cine le dieron un plus enorme, previo a lo que sería el estreno. Muchos datos extras se revelaron, el cómo se llegó a producir esta película, los trailers que cada vez más, eran mejores. Muchas anécdotas de las cuales empaparse, antes de estar en las butacas del cine presenciando magna proyección. Incluso, con detalles sobre cómo fue la filmación por dentro. Joaquin Phoenix mostró esas furiosas tomas en donde casi mutila a insultos a los camarógrafos, mientras las escenas más psicológicas e impactantes eran rodadas, esto mientras Jimmy Kimmel desde ese sillón de host de late tv, trataba de sacar risas de un momento que Phoenix consideró incomodo, señalando que “los que ustedes les está dando risa, a mí me avergüenza realmente”. Entonces ¿a qué vamos? Si ya viste la película (que ojalá haya sido así) este ejemplo ocupado hará click de inmediato.
Con tanta franquicia taquillera y exitosa de películas sobre superhéroes, con las sagas de Marvel siendo una de las más poderosas e influyentes de esta última década, queda un poco a la deriva con todo el tipo de filmaciones que se han hecho cagazo tras cagazo en el universo de DC. Incluso, después de la superficial y cómoda representación que- un actor capaz como Jared Leto -no le haya hecho justicia ninguna a la locura de un enigmático ser parásito como lo es el Guasón en mucha de sus tiras cómicas. Y con tanta idea cliché, uno se cansa y cansa de tanta precuela y series de una misma, inclusiones idealizadas y muchas fachadas, de alguna manera, terminamos entrando en esa burbuja que tanto queremos romper.
Y es por eso que una película como Joker no llega a ser una refrescada, no pretende convertirse en la taquillera habitual, y menos preocuparse de corregir lo que está mal en este mundo tan hostil que nos rige. Ondear en detalles es entrar en spoiler, y siento que la carga emocional, morbosa, violenta y ruidosa de esta gran película es una bomba necesaria. Tal como es, y la verdad no sorprende que, a fin de cuentas, esta llegue a tener el mismo valor moral que clásicos como “Historia Americana X” tuvieron en su tiempo.
La vida de Arthur Fleck, literalmente es una basura cargada del resentimiento social de una ciudad que vive en la inmundicia abandonada que realmente es Gótica. Una tierra donde los ricos tienen privilegios, a costas de que la delincuencia, la pobreza y los actos sociales, queden todos tirados por el egoísmo de estos millonarios. Esos mismos, que se muestran ser como la solución, no debería sorprender la similitud con temas parecidos en nuestro país, incluso, ese factor llega a ser sensible y devastador alrededor de la película entera. Este se verá atacado de manera abusiva por la enfermedad mental, por el exitismo nihilista de una clase alta, y por la poca empatía de una clase social, que te trata como loco, apenas no encajes en un patrón. Esto, mientras los shitshows de nuestro día, alimentan el ego y la necesidad de burlar lo que no es cómodo para el mundo entero. Aparte, agrégale su aspiración y gran sueño, ser un comediante, mientras psicológicamente, su risa incontrolable no lo hace prosperar con tranquilidad en su meta. Razón principal por la cual termina recibiendo palizas, pisotones y burlas por ser muy raro para el común de la gente.
Y esa es la jugada de carta, con la cual todo esto cobra un sentido mucho más profundo. Todd Philips deja entrever, de manera escondida e inteligente, esa necesidad de declarar que con comedias fáciles o exitistas (¿Qué pasó ayer? – “Road Trip”) fueron la única manera de entrar en el sigilo, y lograr desde adentro, dar un batazo brutal. Haciendo creer, de principio, que esto sería una peli de origen habitual con sus ambientes y guiños noños, cosa que acá lo hace de manera muy arriesgada y acertada, con modificaciones que hacen sentido en la trama. Hizo esa trampa, para mandarse esta gran obra de la tragedia, de la misma manera en cómo los ricos también hacen trampa para tener su dinero por, sobre todo.
Eso hizo perfectamente Philips, tomó esos chistes de ebrios y adolescentes alocados, y las convirtió en la torre de toda la locura y desigualdad que rige esta sociedad. La volvió una bala sin vuelta atrás, una que no te dejará cómodo, y no te dará risas placenteras, que con la condición que Arthur Fleck, se volverá una manifestación de arte que no busca hacerte amistad. Su movimiento radical, aunque las audiencias no lo quieran aceptar de manera directa, abrirá ojos de una problemática que hoy en día sigue cobrando vidas por los suicidios, la depresión y las pocas oportunidades que se dan en un mundo donde los empresarios viven lujos, elitizan la cultura a su gusto, mientras en las calles todo se derrumba. La poca empatía de la salud mental, el mostrar un mundo de maravillas y justicia en las pantallas cuadradas de los televisores, mientras afuera todo está sucio, destrozado y sin reparo.
Cada vez que esta película avanza, quedan esas ideas rondando en tu mente, machacando sin piedad, diciéndote rápidamente que, de alguna manera, de promesas se vive la vida. De promesas sin cumplir, que son convertidas en poesía oscura y macabra, con la cual se tiñen de la sangre cotidiana de obreros sin futuro garantizado, de las clases sociales siendo todas ignoradas por la avaricia y la ambición. De la creación de monstruos, provenientes de los mismos autodenominados “héroes” de un lugar, quienes ellos mismos terminan destripando a estos mismos, buscando su explosión final.
Joaquin Phoenix como el Joker, es tal vez la actuación de la vida, te pone los pelos de punta, y busca incomodarte en cada momento cuando puede. Desde el comienzo es una persona común buscando ayuda, y tratando de evadir ciertas actitudes prohibidas por sus problemas, pero con una performance que logra sobresalir por sobre todas las cosas. Logra jugar con tu propia mente, y dejar que personajes como los de Robert De Niro, sean detonantes de una mente macabra. Tiene que ganar el Oscar definitivamente.
Hay una frase de otra película de DC, que es más asertiva con este espiral hacia la locura, la cual aparece en la adaptación de Watchmen, dirigida por Snyder: «El tratamiento es sencillo. El gran payaso Pagliacci se encuentra esta noche en la ciudad. Vaya a verlo. Eso lo animará». El hombre se echa a llorar. Y dice «Pero, doctor… yo soy Pagliacci». En el final, todos somos payasos.
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