Entrevista en profundidad con Fuego y Cenizas
Lun 08 junio, 2020 - Diego MontanariEl compositor, productor, escritor y músico Juan M. Aguirre, conocido como JuanJuan, acaba de lanzar su disco debut “No tengo un ejército pero tengo calcetines”, esta es una producción de doce temas que mezclan estilos como el indie, el rock alternativo, la voz latina y las historias de amor.
Tras formar y tocar en la banda de rock alternativo División Usados, el músico ingresó al grupo Dion, luego en el 2012 fue invitado a participar como bajista de la agrupación We Are The Grand. A mediados del 2017 deja estos proyectos para indagar y agrupar su música en el personaje Juan Juan.
Para conocer más de su nueva producción conversamos con Juan Juan.
F: ¿Cómo surge la idea de “No tengo un ejército pero tengo calcetines”?
J: “Más que una idea fueron ganas. Música es lo que uno hace, sea con banda o no. Después de tocar con varias personas, se me ocurrió que la manera más fácil de darle continuidad a lo que quería hacer, era haciéndolo. Estaba cómodo en los instrumentos, pero de alguna manera no me quedó otra que explorar otros lugares, ha sido entretenido”.
F: ¿De dónde proviene el nombre de este disco?
J: “A veces creo que lo tengo súper claro pero la mayoría de las veces no. Cada día aprendo un nuevo significado. Ha servido como una especie de Tarot o Rorschach, donde todos le aportan un sentido distinto, que al final termina reflejando más la personalidad del observador. Es lindo eso, que cada persona ponga su visión ahí, que se preste para tantas interpretaciones como personas lo intentan. A veces se me ocurre una explicación más sencilla y concreta aún, que no es nada más que un reflejo estricto de mi realidad: No tengo un ejército bajo mi mando, ni quiero, pero sí tengo muchos calcetines. Supongo que es algo que comparto con la mayoría de las personas. Y eso es bueno”.
F: ¿Qué deseaste expresar en esta nueva producción?
J: “En este caso particular, funciona eso de que todos somos generales después de la batalla. Mentiría si te dijera que tenía un plan maestro cuando empecé a trabajar en el disco. Pero claramente después de terminarlo y de verlo en su totalidad, reconocí intenciones o hilos conductores que estoy seguro que direccionaron la producción, al menos en el contenido y el espíritu”.
F: Pasaste por bandas como División Usados, Dion y We are the grand y ahora eres solita. ¿Cómo fue el proceso de empezar a trabajar solo?
J: “La verdad por mucho que uno intente hacer una carrera solista, nunca está solo. Siempre hay personas colaborando detrás que hacen posible concretar el proceso que implica hacer un disco y después tocarlo. Desde los ingenieros (Ismael Palma y Hernán Godas en Estudio Par y Fernando Herrera en Estudio Negro), pasando por los músicos que participaron directamente en las grabaciones (Matías Peralta, Cata Rojas, Gabriel Tebby Muñoz, Eduardo Castro Concha, Rodrigo Millán Pérez, Ismael Palma Lamperein y Hernán Andrés Godas Herrera), para después irse a Mezcla (Felipe Castro) y finalmente pasar a Masterización (Francisco Holzmannn). Y la cosa no termina ahí, porque también hay que hacer el arte del disco (Melanie Dittus y yo), hacer ruido en las plataformas (Somos Arrecife en Chile y Agencia Libre en México, y Tierra de Fuego, la agregadora), hacer videos y fotos (Celeste Ahumada y Bárbara Oettinger), y obviamente tocarlo (Carol Muñoz, Matias Peralta, Ismael Palma Lamperein, Diego Gonzalez, Camilo Benavente, Gabriel Tebby Muñoz), así que en todos los casos, es siempre un esfuerzo colaborativo. Dicho eso, es cierto que en un grupo, las tareas pueden repartirse más equitativamente, cada uno va en un remo y el bote puede avanzar más rápido. El problema surge cuando no hay coordinación o los destinos son distintos y cada uno rema para su lado, entonces se hace mucho más difícil avanzar que solo, en donde vas más lento pero seguro. Colaborar musicalmente siempre ha sido un ejercicio interesante y productivo para mí. Por otro lado tiene limitaciones creativas evidentes porque hay que ceder en pos de un proyecto común. Siendo solista hay más libertad para explorar los territorios que te den la gana, sin líneas editoriales o amarras estilísticas. Ninguno tiene nada de malo, son lugares distintos y en ambos hay de dulce y agraz, como en todo, supongo”.
F: El disco es una mezcla de estilos producto de una exploración musical. ¿Qué lograste conseguir y aprender de esta exploración?
J: “Trabajar creativamente «solo», o poder tomar las decisiones me permitió profundizar un poco más en una visión estética y de contenidos más personal. No hubo más limitaciones que las que yo me impuse y en términos musicales no quise restringirme en nada. Tampoco es que el disco sea una ensalada, pero podemos escuchar varios ritmos y estilos, desde cosas más indie a guiños al bossa nova, reggae, o pop propiamente tal. Además, no me atrevería a decir que aprendí a cantar, pero al menos ahora lo intento. Antes había experimentado con instrumentos y estilos, pero nunca había usado la voz. Eso ha sido novedoso para mí. Además, es difícil acostumbrarse a escuchar la voz propia, siempre suena más rara de lo que uno se escucha, pero se aprende, sino quererla, al menos a aceptarla”.
F: Las letras son historias de amor. ¿Esto es personal o ficción?
J: “Creo que cuando uno escribe, por mucho que se desee hacer ficción, siempre se colarán por ahí aspectos personales, visiones particulares e idiosincrásicas del autor; es inevitable que así sea, así que de alguna manera, toda ficción es personal también. Ahora, despejada esa paja más bien filosófica, como te comentaba antes, no tenía un plan general o maestro cuando estaba trabajando en el disco, al menos en los aspectos musicales o de contenido de las letras, solo quería hacer música. Estaba saliendo de una relación y después de llorar con la almohada, preferí hacer algo constructivo y creativo al respecto y me puse a trabajar. Lo que pasó después fue evidente: estaba totalmente teñido por mis circunstancias, porque una vez terminado el disco me di cuenta que había una conducción y ésta como bien señalas, podría llamarse que va en esa dirección, amor/desamor, que al final es una temática personal y universal a la vez, transversal a todos. La temática es universal y la visión es personal. La ficción entra tal vez en cuestiones más metafóricas, pero de que están ancladas en la realidad, lo están”.
F: ¿Cómo fue la producción y composición de este?
J: “Lo compuse y produje completamente en un plazo de 6 meses en un home studio súper sencillo que tengo en casa. Las baterías y percusiones las hice primero de forma digital y entraba en línea al computador con las guitarras, bajos y teclados. Una vez que tuve todo armado, partí al estudio y en otros 6 meses hicimos la producción propiamente tal y recreamos todo con los elementos correctos: baterías y percusiones reales, amplificadores, buenos micrófonos, etc. Por supuesto que cada músico le agregó detalles al momento de grabarlos o propuso variaciones, adiciones, que le dieron un nuevo carácter y profundidad a las canciones”.
F: Con esta cuarentena. ¿Estás trabajando en algo?
J: “Lentamente estoy trabajando en canciones que espero que se conviertan en un segundo disco. También estoy escribiendo mucho, quien sabe si por ahí publico algún día una novela. Soñar no cuesta nada, aunque ha sido más difícil de lo que creí. Pero al menos está eso en mente y día a día se va armando, es una tarea de hormigas”.
F: ¿Qué proyectos tienes?
J: “Dada la contingencia, creo que todos hemos aprendido un poco a vivir más al día a día. Uno planifica pero todo ha estado tan volátil que es difícil tener certezas respecto a lo que se viene. De todas formas, lo primero que queremos hacer es presentar el disco en vivo. Tocarlo lo más posible en todos los escenarios que podamos. También iremos a México, no sé cuándo, pero de que iremos, iremos. Espero que sea a fin de año o en el primer semestre del 2021. Y lo ideal sería entrar a grabar nuevo material durante el segundo semestre de este año, pero ha sido impresionante como el tiempo vuela, así que puede que nos pille cortos. Quien sabe, al menos estamos trabajando para eso. No queda otra”.
Por Fernanda Schell
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