Vacaciones en Kabul nos mostró todo lo que su fórmula musical otorgará en su próximos sencillos, en los auditorios de la sede porteña de DUOC, en donde los bohemios de Travis Moreno fortalecieron esta noche llena de creatividad
Lun 05 agosto, 2019 - Diego Montanari
El naranjo atardecer de la región estaba a puertas de cerrar el día, para traer el arte con su siempre simpática y atrevida noche, marcando presencia en la ciudad de Valparaíso. El anuncio estaba hecho desde hace un mes, y a lo que fuese las 19:00 hrs, la banda Vacaciones en Kabul estaría sonando desde los interiores de la sede porteña del DUOC UC, esta vez mostrando su primer trabajo de estudio, su emotivo e inclasificable sencillo de dos temas, llamado “MIEL”. Este primer lanzamiento grabado desde los estudios de 8bits, tenía que celebrarse en grande, y tras un anuncio de nuevo material y supuesto disco, pues Travis Moreno aceptó la invitación, previo a lo que será su lanzamiento del sencillo “Super Blues” el próximo 15 de agosto en Santiago.
La jornada abrió con la siempre poética y explosiva manifestación de los chicos de Quillota, cuando de quiebres o descubrimientos mentales se trata, Travis Moreno nunca decepciona, de principio a fin, se sabe que lo único que un público nuevo se llevará de recuerdo es la constante mezcla experimental melódica y explosiva de una de las bandas más consolidadas en producción y sonido de la V región. Pero esta ocasión fue asertiva en comparación a otras, y muy express igualmente, como banda invitada, decidieron dar vuelta su propio esquema, y darle comienzo a su presentación con temas que usualmente terminan sus setlist en vivo.
Javier, el siempre teatral y elevado vocalista, no tuvo un buen día a nivel personal, la pena la sintió durante todo el recital, hasta que comentó que una familiar muy querida había caído ante el olvido de los accidentes de la vida, soltó esa lacrimógena que- al menos en su voz- se sintió indeleble, pero profesional al momento de actuar. Desde ahí, esta presentación del grupo quedó marcada como una inusual, no hubo desnudos de torso, o tanta pretensión de shock, sino que algo mucho más preciado, tal vez la performance más honesta de parte de su frontman. Y eso mismo se contagió con todos los miembros de la banda, eso cambió el mood, detalle que no influyó en como sus diferentes músicos interpretaron su propia música. El talento era el mismo, pero la ejecución se sintió como un momento de duelo y respeto, y eso fue hermoso, siendo que la música de ellos trata sobre trascender con los elementos más humanos de nuestras vidas.
Vacaciones en Kabul alistó su vuelta a los escenarios con una temática guiada por los videojuegos, arte y concepto basado en la hermosa y nostálgica época dorada del arcade, y el siempre querido 8-bits en el cual retrataron sus avatares con sus vestimentas al estilo de los ochenta. Esa puesta en escena incitó a una vuelta a la emotividad, a algo lejano pero que se sintió cercano como la rockola o la maquinita de fichas con la cual uno de pequeño jugaba horas gastando el vuelto del pan. Solo un recordatorio, ya que el lanzamiento del sencillo “MIEL” fue de verdad una mezcla dulce de secciones ambientales y muy llevadas de armonías bonitas, que eran contra-atacadas por la gran estrategia matemática del math-rock y el post-hardcore, pero que fácilmente mutaba su piel de manera fluida y totalmente placentera. Su música fue una delgada línea entre sonidos modernos y guiños clásicos de los rock abordados de manera interesante.
Desde la demostración de las distintas animosidades que sus integrantes otorgaban, la idea era crear un río de sonidos con los cuales hacer calzar los opuestos, para así inundar a los presentes en un mar de distintas influencias como también cruce de ideas creativas. La novedad ahora, fue que incluyeron a un vocalista, el cual también hace el trabajo de ser guitarra rítmica o principal cuando la situación lo amerite. El toque limpio y elevado de su tono agudo le otorgó un complemento vital en el grupo, es una demostración de cómo finalmente el grupo puede llevar a texto lo que su música puede percibir como instrumental.
Desde las dos perspectivas se buscó innovar o tratar de sorprender, del lado de Travis Moreno, la siempre catártica manifestación de la poesía y lo primitivo siendo expuestos en equilibrios opuestos, y por parte de VEK, una sensación de emotividad maquinada por el talento de 4 músicos de generaciones y habilidades distintas, encontrándose en un limbo sin rumbo y con posibilidades infinitas de esparcir su nacionalidad ficticia. Escucharlos de verdad se siente como un relajo sentimental, es algo que se da y que otorga ese feriado sonoro del cual uno puede gustar siempre.
Por Pablo Rebolledo Bañados.
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