Paterson

Dirigida por Jim Jarmusch

Mar 27 junio, 2017 - Diego Montanari
Etiquetas: Adam Driver Esteban Brito Quinlan Jim Jarmusch Paterson

 

 

No es muy complicado contar la trama de esta película, pero es difícil que te la crean. Esta producción trata del día a día de un conductor de bus que vive en la ciudad de Paterson, Nueva Jersey. En su tiempo libre se dedica a escribir poemas sobre las cosas que ve a diario. Y es esto último, lo que hace que esta cinta sea un trabajo precioso: el valor de las cosas pequeñas, de lo cotidiano.

Este hombre se llama igual a la ciudad en la que conduce el autobús número 23, es interpretado por Adam Driver, vive con su pareja Laura (Golshifteh Farahani), todos los días pasea a su perro Marvin y va al mismo bar a conversar y tomarse una cerveza. La película está contada según los días de la semana, y pese a lo rutinario que esto suena, no aburre en ningún momento.

Esto es porque la realidad que se ve en pantalla se ve tan verosímil que uno se cree la historia de amor del protagonista, uno se cree el hecho de que este sencillo conductor de bus todos los días se sube a hacer el mismo recorrido y disfruta de su trabajo. Los diálogos de los personajes tanto principales, como los que solo se suben al bus a conversar son tan cotidianos que incluso hacen que el conductor se entretenga, y uno como público lo disfrute también.

Esta cinta no tiene mayor pretensión que hacernos darnos cuenta del valor de las cosas cotidianas, de aquellos elementos sencillos que están en el día a día: ya sea en una conversación en el transporte público, o mirando la ciudad.

 

 

Otro gran acierto de la película cae en los hombros de su protagonista, ya que Adam Driver caracteriza a un personaje creíble, el que da gusto ver. Un sujeto con sentimientos por la poesía, que lo guarda como su tesoro más preciado. A medida que él va pensando en sus poemas se pueden ver imágenes y las letras de lo que el va pensando. El resultado es super bello, y vale la pena contemplarlo.

Se podría decir que “Paterson” es poesía en movimiento, es un trabajo grandioso que rescata lo lindo de los detalles, de lo cotidiano. Es tan creíble la rutina de este hombre que se levanta todos los días a manejar un bus de pasajeros, que el viaje se disfruta de gran manera. Incluso las escenas que muestran el punto de vista del bus recrean la experiencia de ir sentado en una de estas máquinas viendo edificios y a la gente.

Esta película no necesita de grandes explosiones, escenas de acción, grandes giros de turca, o de la presión de un problema constante que los protagonistas deben sortear. Aquí solo se trata de ver una semana en la vida de un sencillo conductor de bus, y eso se agradece y se siente muy bien.

Adam Driver probablemente entrega una de las actuaciones más honestas del último tiempo, y todo el conjunto de elementos que hay en la cinta, vuelven la experiencia de ver esta realización un camino hermoso y con detalles del día a día que muchas veces pasamos desapercibidos. Hay belleza en lo cotidiano, y es fantástico que existan metrajes que nos lo recuerden.

 

Por Esteban Brito Quinlan

 

 

 

 

 

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